Si tenemos que elegir a la mejor deportista mexicana de la historia, Soraya Jiménez debe estar, sin duda alguna, dentro del debate. Y no es para menos: después de todo, hablamos de la primera mexicana que gana una medalla de oro en Juegos Olímpicos y la máxima gloria en la halterofilia de nuestro país.
Y es que fue un día como hoy, 5 de agosto, pero de 1977, cuando la halterista nació en Naucalpan de Juárez. Una vida llena de éxitos, pero también de momentos difíciles, la cual terminó cuando ella solo tenía 35 de edad. Ella y María del Rosario Espinoza son las únicas mujeres mexicanas que se han colgado el oro en Juegos Olímpicos.
No fue fácil el camino
La delegación mexicana no venía de un momento sencillo, ya que solo se logró el bronce de Bernardo Segura en la marcha 20k de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. Soraya vivió un ciclo olímpico complicado, en el que llegó a trabajar con poco apoyo y sin entrenador, hasta que logró que el búlgaro Georgi Koev trabajara con ella gracias al apoyo de su padre.
Y fue precisamente a Sofía, Bulgaria donde Koev llevó a Soraya para prepararse para Sídney 2000, con un estricto entrenamiento para llevarla hasta su mejor nivel.
El ansiado oro
Y fue el 18 de septiembre del 2000 (en la madrugada de México) cuando se dio uno de los capítulos más importantes para el deporte tricolor. Soraya Jiménez, participante en la categoría de 58 kilogramos, se presentó en el Centro de Conferencias y Exposiciones de Sídney para su participación.
En su primer intento, levantó 95 kilogramos, mientras que en la prueba de dos tiempos, alzó 127.5 kilos. La mexicana tuvo una histórica actuación y opacó a la norcoreana Ri Song Hiu, quien no hizo válida su condición de favorita. Soraya se colgó el oro y Song Hiu tuvo que conformarse con la plata.
Fue la primera medalla de oro en unos Juegos Olímpicos para una mexicana, además de la primera desde Los Ángeles 1984, cuando Ernesto Canto (marcha 20K) y Raúl González Rodríguez (Marcha 50K) se colgaron el metal áureo. El Himno Nacional Mexicano sonó de nueva cuenta en Sídney y en México, se convirtió en una heroína.
Un triste final para una leyenda
Ya desde ese entonces Soraya Jiménez se perfilaba como favorita para defender el título olímpico en Atenas 2004, pero el camino se fue volviendo tumultuoso. Para empezar, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) denunció que la halterista falsificó documentos para acreditarse como pasante de Administración de Empresas con el fin de participar en el Mundial Universitario de Levantamiento de Pesas de Izmir, Turquía. Soraya admitió su error y la UNAM decidió no proceder legalmente.
Luego, Soraya arrojó un resultado positivo de dopaje en el Campeonato Panamericano de Venezuela. El estudio indicó que se trató de un antidepresivo prohibido por el Comité Olímpico Internacional y que la tuvo fuera un par de meses (en vez de los seis que se tenían planeados originalmente), al determinarse que aquella sustancia había sido ingerida por prescripción médica y no mejoraba el rendimiento.
Su nivel cayó de forma drástica y no pudo recuperarse. Terminó novena en el Campeonato Mundial de Varsovia (Polonia) y no clasificó a los Juegos Olímpicos en Grecia, por lo que dijo adiós al deporte de alto rendimiento.
Se tuvo que operar la pierna izquierda en 14 ocasiones, sufrió tres cuadros de influencia, perdió un pulmón y solo tuvo apariciones en programas deportivos para cobertura de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y Londres 2012. Y fue el 28 de marzo de 2013 cuando murió por un paro cardiaco con tan solo 35 años.
Aún con todo esto, dejó un precedente en la halterofilia femenil. Después de ella, hubo otras exponentes en la disciplina: Damaris Aguirre, Luz Acosta y Aremi Fuentes. Todas consiguieron el bronce en Beijing 2008, Londres 2012 y Tokio 2020, respectivamente.
Vía Milenio